lunes, 10 de enero de 2011

L’OFICI DE GANIVETER















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Recerca i documentació:
Lluïsa Amenós
Fotografia: Adrià Pujol
Edició: María Romero
Realització: Andrés Antebi

LEER EL OFICIO DE CUCHILLERO: UN ACERCAMIENTO DESDE LA ANTROPOLOGÍA VISUAL

ADRIÀ PUJOL CRUELLS
Observatori de la Vida Quotidiana

1. DOCUMENTACIÓN
El oficio de cuchillero está estrechamente relacionado con la historia
socioeconómica de la ciudad de Solsona, en la comarca del Solsonès,
situada en la zona central de Catalunya. Hasta mediados del siglo XX,
las calles del centro estaban llenas de obradores, donde se fabricaban
diversas tipologías de navajas y cuchillos, con el objetivo de abastecer
la demanda local y foránea.

De esta industria, otrora famosa en todo el Principado, actualmente queda poco más que el recuerdo. Los pocos talleres activos, como el Pallarès, han mecanizado los procesos productivos, y han tendido a sustituir los materiales nobles (cuerno, maderas, hierro…) por otros más económicos como el plástico y el acero.

Con la creación del Museu del Ganivet (Museo del Cuchillo), Solsona quiere rendir homenaje a parte del pasado artesanal de la zona. Se trata de un modesto equipamiento que contiene una colección de herramientas propias del oficio, además de abundantes ejemplares de navajas y cuchillos manufacturados en los talleres locales. No obstante, para que estos objetos puedan ser comprendidos en su
globalidad, hizo falta contextualizarlos en un marco histórico y etnográfico de referencia.

El IPEC (Inventario del Patrimonio Etnológico de Catalunya), junto con el Museo Diocesano y Comarcal de Solsona, financiaron en 2006 un proyecto de documentación alrededor del oficio de cuchillero. El objetivo fue la elaboración de un corpus terminológico que recogiera la información proporcionada por los últimos testimonios orales. Se trata, insistimos, de unas formas de trabajo actualmente en vías de
extinción, como consecuencia (entre otras) de la revolución tecnológica en el sector.

La documentación comprende la catalogación de las herramientas, los procesos técnicos y los productos resultantes, en el marco del taller de Enric Pastor, cuchillero del pueblo de Caldes de Montbui, en la comarca del Vallès Occidental. El trabajo de campo, llevado a cabo por la arqueóloga y antropóloga Lluisa Amenós, recogió utensilios y quehaceres hoy prácticamente en desuso (Enric Pastor “recuperó” algunas prácticas sólo para mostrarlas a la investigadora).

Sin embargo, y aquí subyace el interés de esta reseña, en paralelo se pensó en hacer una documentación audiovisual. Quisimos aplicar la etnografía visual al proceso de fabricación artesanal de una navaja. Se trata una “pallaresa”, navaja típica muy apreciada entre los pastores.

2. EL AUDIOVISUAL

El equipo de OVQ (Observatori de la Vida Quotidiana / www.ovq.cat), formado por Andrés Antebi (realización), María Romero (edición), Oriol Martí (diseño gráfico) y Adrià Pujol (fotografía), decidió dotar el documental con una estética y una narratividad radicalizadas. Esto quiere decir que, a pesar de que el
encargo del vídeo debía seguir unas directrices “pedagógicas”, ya que debía ser mostrado en el Museo, no se hicieron concesiones a la inteligibilidad del discurso audiovisual “tradicional”.

En otras palabras, el resultado no es un documental de corte clásico. No utiliza los recursos habituales (explicativos y narrativos, del tipo voces en off, entrevistas, montaje no secuencial, carátulas, etc…). Esto responde a una de las premisas de cierto vídeo etnográfico, reivindicado por algunos documentalistas y antropólogos/as como Wisseman y Rouch entre otros/as. En Catalunya, por poner sólo un ejemplo, tendríamos los trabajos de Llorenç Soler.

Se ha puesto el audiovisual al servicio de una inmersión del espectador en el proceso de fabricación de una navaja. Esto supone una cámara flotante, que nunca se detiene, y que recorre todos los rincones del taller del cuchillero. Los primeros planos evocan una sensación de intimidad con el artesano (rostro, manos…), a la vez que hacen desaparecer la percepción que allí hay un objetivo. Asimismo, la cuestión del sonido también participa de esta radicalidad de la puesta en escena. El sonido directo, las máquinas y la respiración del cuchillero son los “ruidos” que uno/a podría escuchar si consiguiera introducirse, invisible, en el taller.

Finalmente, hace falta decirlo, también hay el protagonismo del lugar, un obrador repleto de ingenios, de sobras, resultado de una acumulación y de un trabajo. Es así, porqué el entorno nos habla de la memoria y de los usos, y porqué los objetos y las personas, como detectó Mary Douglas (1978), se interrelacionan en un todo a menudo llamado “cultura”. En el taller encontraremos recuerdos, trofeos,
jaulas con pájaros que cantan, poleas y correas, carbón, láminas amarillentas…

El espectador/a, aunque de manera no total, visita al cuchillero sin molestarlo. El audiovisual, que debería incluirse en muchas pesquisas etnográficas de una vez por todas, complementa el texto de la documentación clásica. De alguna manera, nos recuerda nuestros intentos constantes (de arqueólogos/as, de antropólogos/as y de historiadores/as) de capturar y analizar la realidad, para recrear-la, que en un sentido literal quiere decir “copiarla” o “traducirla”.

3. RELACIONES PERSONALES

Finalmente se requieren algunos apuntes alrededor del audiovisual y de su presencia en el trabajo de campo. El equipo de realización del documental “convivió” con el cuchillero durante una semana y media aproximadamente. Un rodaje implica repeticiones, indicaciones y, lo que es más importante, implica un diálogo constante con sus protagonistas.

Se produjo, podríamos decirlo así, un trasvase de conocimientos. El realizador y el director de fotografía “aprendieron” cómo se fabricaba una navaja, mientras el cuchillero tomaba contacto (por primera vez en su vida, y quizás por última) con la tecnología audiovisual y con las técnicas documentales. Enric Pastor se interesó por los procesos que se deben ejecutar desde que se toman las imágenes hasta que se
montan diacrónicamente; aprendió que sonido e imagen pueden ir por separado, etc. Al final del proceso (cuando se le presentó el vídeo), el cuchillero comparó la elaboración de un documental (los pasos a seguir), con el proceso de fabricación de una de sus navajas, y sólo apuntó una diferencia:


“Para hacer una navaja sólo se necesita una persona; para
hacer una peliculita…, hacen falta tantas”


BIBLIOGRAFÍA

BENSON, T. W y ANDERSON, C. (2002) Reality Fictions: The
Films of Frederick Wiseman, Carbondale, Southern Illinois University
Press.
DOUGLAS, Mary (1978) Pureza y peligro. Un análisis de los
conceptos de contaminación y tabú, Madrid, S. XXI.
DOUGLAS, Mary e ISHERWOOD, B. (1990) El Mundo de los
Bienes: Hacia una Antropología del Consumo, México, Grijalbo.
FIESCHI, J-A. (1979) “Slippages of Fiction”, The camera and man:
Anthropology-reality-cinema: the films of Jean Rouch, London, Mick
Eaton, British Film Institute.
GRAU, J. (2002) Antropología Audiovisual, Barcelona, Bellaterra.
SAUNDERS, D. (2007) Direct Cinema: Observational Documentary
and the Politics of the Sixties, London, Wallflower Press.
SOLER, LL. (2002) Los hilos secretos de mis documentales,
Barcelona, CIMS.

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