lunes, 23 de noviembre de 2009

Canciones para despues de una Guerra - Basilio Martin Patino (1971)



Radiografía implacable, emotiva, lúdica, de aquel tiempo, aquella posguerra. Una propuesta original, en complicidad con el espectador, juego de ritmos, imágenes y sonidos, sutiles asociaciones mentales, sin necesidad de recurrir a ninguna convención argumental. La magdalena proustiana que activa sus mecanismos interiores consiste en un collage de signos naïf, rescatados de la escombrera del olvido: cantares de patio de vecindad, de exaltación patriótica, de devoción religiosa, de formación escolar o de tugurio; tebeos infantiles, anuncios radiofónicos; escenografías del hambre, del miedo, de la desolación. Y la más paradójica necesidad de cantar, llevados del impulso por sobrevivir.

Insólito y audaz espectáculo, libre, disidente respecto a toda normativa, académica o industrial, política o estética. Tuvieron que prohibirla durante años, inútilmente, hasta la muerte del dictador. Estremeció a cientos de millares de españoles de todas las edades y conformaciones. Es el ‘después’ de nuestra guerra, -de cualquiera de las guerras-, su reverso desmitificador que objetiva, tántos años después, los restos del naufragio.

Crónica de Madrid. Las Canciones.

Con las canciones de los años 40 y 50, cuplés de la calle e himnos de guerra, canciones golfas y estribillos de la picaresca, ha hecho Basilio M. Patino una película estremecedora, Canciones para después de una guerra, que es el álbum vivo, sepia y doloroso de un puñado de años españoles.

(...) Quienes fuimos efectivamente, niños de la guerra, tenemos nuestra vida muy delimitada, nuestra biografía potenciada por una deflagración civil de la que arranca nuestra propia existencia. Basilio M. Patino, siguiendo una línea de fidelidad a sí mismo que iniciara poéticamente en Nueve cartas a Berta, ha escrito ahora las memorias de todos nosotros, ha filmado nuestras fotos familiares, los tebeos que leíamos, las películas que vimos, la pedagogía triunfalista y pintoresca en que fuimos forjados.

(...) Canciones para después de una guerra no es una película argumental. Patino libera en ella al cine español de la servidumbre argumental, que es una servidumbre heredada por el cine de la novela, una servidumbre burguesa.
La película de Patino viene a llevar esto a sus últimas consecuencias y, además de constituir unas conmovidas memorias generacionales colectivas, le abre al cine español la posibilidad de empezar a liberarse en alguna medida del imperativo alienante de un guión narrativo, de una filmación novelada.

(...) Canciones para después de una guerra es por fin, la película de toda la infrahistoria de España, la cinta que viene a redimirnos de tanto celuloide convencional, triunfalista, sonriente, casticista y chistoso. Patino ha metido en su película 20 o 30 años de vida española, y ha metido, sobre todo, el apretado haz de lo autobiográfico colectivo, poniéndole el corazón sepia de nostalgia y fácil de canciones, para terminar con aquellas estrofas dolientes e inolvidables: “Hojas somos en el viento que con giro raudo y lento van y vienen sin cesar”
Francisco Umbral. LA VOZ DE ASTURIAS. 21 noviembre, 1971

(...) Es difícil no reconocer detrás del burbujeante collage de Patino una crispada sesión de sofá de psicoanalista a nivel de colectividad. A mí me parece una sana terapia de reconciliación y si las risas y aplausos que se sucedieron en la noche de su primera presentación pública en Barcelona tienen algo que ver con el exorcismo, mejor que mejor.

J. E. Lahosa. TELE/EXPRES . 18 de septiembre, 1976

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